domingo, 8 de marzo de 2015

Diario de Germán. Viaje por Senegal: 1 al 30 de noviembre de 2013

Fuimos 6 amigos

Día 1. Lago Rosa.
 La entrada en el país nos cuesta una hora más de espera en la cola del visado, pero con buen ambiente. Fuera del aeropuerto nos espera Tafa senegalés nacido en Saint-Louis que estudió literatura española en la universidad de Dakar, que vive en Mbour con su mujer y dos hijas y esperando una nueva criatura. Nos acostamos tarde, ya a las 2, después de una ducha. 

Día 2. Dunas de Lompoul El Lago Rosa. 
La segunda noche lo pasamos bien en el campamento de las dunas de Lompoul, con el djembé y los tambores. Las dunas de Lompoul me gustaron mucho por la mañana temprano en un paseo con Marcelo. 

Días 3. Faoye.
De Lompoul salimos otra vez hacia el sur hasta Mbour. Vamos a la playa de los pescadores, mucha basura y muchas y grandes piraguas -las pateras-. En el mercado vemos ya las primeras mujeres altas, delgadas y guapas como son muchas de las mujeres wolof. Vamos a Sally, un balneario playero en el Petite Cote junto a Mbour, a comer a un restaurante estilo europeo. Tafa es un tipo estupendo y para el tercer día ya ha decidido que no vamos a llevar ningún chófer, conducirá él mismo todo el viaje. Yo me alegro porque al estar solo tendremos más relación y confianza con él. El Campamento de Faoye está en el delta del Sine-Saloum, en realidad todavía en el Sine porque la confluencia de los dos ríos tiene lugar más abajo. Nos bañamos a última hora de la tarde. La cerveza Gazelle es un descubrimiento. Por la noche en Faoye el guardián prepara un té senegalés, está bueno pero desvela. 

Día 4. Faoye.
Por la mañana damos una vuelta por el pueblo, entramos en un par de casas a las que nos lleva Tafa. Pasamos por la escuela a dejar los caramelos y los chavales nos cantan una canción de bienvenida. Después baño, comida, siesta, baño, chicas que se lavan el pelo en el río y paseo en piragua al otro lado del río donde deben andar pululando unas hienas que salen por las noches y dejan las huellas en la arena. 

Día 5. Wassadou.
De mañana carretera hacia el este por la nacional de Mali, por Fatick, Kaolack, Kafferine, parada a comer. Vimos los primeros baobabs de tronco imponente. Pasamos Tambacounda y dejamos la ruta de los camiones de Mali para coger camino a Niokolo Koba. El Campamento Wassadou está en un sitio estupendo con unos bancos encima mismo del río Gambia. En la época seca, cuando el río está bajo, en las pozas debe haber aquí muchos animales, incluidos hipopótamos, pero ahora el río baja muy crecido y solo se ven aves y varanos. Está bien en Wassadou el comedor y las cervezas que nos tomamos mirando al río. 

Día 6. Badián.
Por la mañana se veía un grupo de monos grandes encaramados en una cornisa rocosa al otro lado del río. En una barquita paseamos por el río. Seguimos por la carretera cruzando el parque durante hora y media, comenta Tafa que, en alguna ocasión, ha visto leones desde la carretera pero nosotros solo vimos monos en el viaje de vuelta. En Mako, justo después de cruzar el río Gambia donde estaban las mujeres lavando la ropa, nos desviamos al Campamento Badián. El campamento está también a orillas del Gambia, en una explanada bajo unos enormes árboles. El campamento está construido alrededor de un espacio central techado de paja que es comedor y lugar de reunión, tiene flores y vegetación puesta con gusto, debajo de una buena sombra y rodeado de las cabañas donde dormimos. Las habitaciones son oscuras y el baño muy simple. Elemental pero suficiente. Después de comer -todos los días comemos y cenamos estupendamente- damos un paseíto por la orilla río arriba, por si conseguimos ver en el río a una de las dos familias de hipopótamos que viven en los alrededores. Cinco río arriba y nueve río abajo. Más tarde vamos al poblado de Badián visitamos algunas familias y algunos niños pequeños se asustan al vernos tan diferentes. 

Día 7. Badián.
 Por la mañana vamos a ver la explotación de las minas de oro en los aledaños del pueblo de Tonboronkoto. Por la tarde Mussa ya ha localizado a los hipopótamos y nos lleva a verlos río arriba desde el campamento de un francés, cerca del nuestro. No resulta muy excitante porque están en medio del río y solo asoman las orejas y la nariz de vez en cuando. La primera noche de Badián se oyen los tambores de una fiesta en Mako, las chicas atraviesan corriendo el espacio libre del corro para bailar delante de los tambores una danza bonita, es un tiempo muy corto antes de volver rápidas al corro. Me gustó además del baile cuando cantan las chicas, suena tal como tengo la idea de cómo suena la música del África negra. 

Día 8. Kédougou.
De Badián salimos para ir a dormir a Kédougou, a un buen hotel con piscina y todo (Le Bédik). Luego durante más de una hora por una pista de tierra de un precioso color rojo a Dindefelo y de allí caminando un rato por el monte-bosque a la cascada, que merece la pena visitar. Dindefelo está a los pies de la sierra Fouta-Djalom, frontera con Guinea Conakry, aunque los habitantes son de la misma etnia arriba y abajo de la sierra. 

Día 9. Tambacounda.
Por la mañana repetimos un tramo de la misma pista de tierra roja de la víspera, pasando por Bandafassi y llegando casi hasta Ibel, un poco antes nos desviamos a la derecha -ayer el desvío fue a la izquierda- hasta el pie de una meseta donde se asienta el poblado de los bédik que viven aquí desde el tiempo en que huían de los ejércitos del reino de Mali que quería dominarles e imponerles el islamismo. La vista del poblado desde un poco más arriba (bajo los baobabs) y desde el pequeño roquedo (encima del lugar de sombra y rocas redondas junto a la iglesia) hacia la llanura son –por fin- el paisaje de África. Retrocedemos todo el trayecto de carretera hasta Tambacounda. En Tamba dormimos en el Hotel Oriental que tiene piscina pero la habitación no muy cuidada. 

Día 10. Sédhiou.
De Tamba fuimos hacia el sur por la carretera de Kolda y luego por la margen derecha del río Casamance hasta Sédhiou donde nos quedamos en La Palmerie, un hotel de cabañas en un palmeral muy bonito a la orilla del río. El pueblo está en un lugar precioso con unas playas estupendas sobre el río pero llenas de basura. 

Día 11. Seleky.
De Sédhiou vamos a coger la N-4, la transgambiana, para llegar a Ziginchor. En Ziginchor Tafa muy amablemente nos acompaña a nuestros recados, al puerto donde sacamos los billetes para el barco del día 28 y a cambiar dinero . Con los recados hechos salimos para Seleky parando en la granja de cocodrilos. Dejamos la carretera asfaltada en Brin para coger una pista de tierra hasta Seleky. El Campamento Solidario de Seleky está muy bien, una casa impluvium de adobe, limpio, cómodo y bien atendido, dentro de ser unas instalaciones básicas. Llegamos a comer y después sesteamos en aquellas sillas plegables de dos tablas encajadas una en otra, bastante cómodas. Ahora se han sentado en la mesa del comedor de Seleky bastantes niños del poblado. Todos formales en las sillas que les quedan grandes. Los niños y niñas siguen siendo aquí guapísimos, los diolas. Cuando baja el calor damos una vuelta por las casas del pueblo que están aquí más dispersas, costumbre de los diolas, viendo también las carboneras de carbón vegetal. Los niños y niñas nos acompañan en este paseo, al principio pidiendo caramelos, luego solo por pasar el rato, entran con nosotros en las casas impluvium que visitamos, son grandes, oscuras y antiguas –alguna de cien años. 

Día 12. Seleky. 
Vamos en piragua recorriendo el manglar por los brazos del río en el delta del Casamance (bolongs), hacemos una parada en una pequeña isla habitada En esta isla nos acompaña Conakry un tipo bastante simpático, nos enseña una casa impluvium muy antigua donde viven 62 personas, en la minúscula isla viven más de seiscientos, los depósitos de agua de la cooperación española, los fetiches diseminados por el poblado con distintas finalidades –la fertilidad entre ellas. Pasamos el día entero en la piragua por los bolongs, llegamos a comer a Chez Willians, un lugar que solo puede estar en el trópico, aquí o en una novela de García Márquez, larga y apacible espera en la enorme y desconchada terraza sobre el río, los arrozales y manglares, siesta en las pequeñas y deshilachadas hamacas de los laterales mirando el paisaje entre los barrotes ya rotos y despintados de la balconada. El piragüista quiere dar emoción a la excursión y volvemos por pasajes estrechos del manglar. Las garzas blancas, pintorescas cuando hay tres sobre el mismo árbol verde o cuando están en lo más alto. Cormoranes, pelícanos y otras aves que no conocemos ni aprendemos a pesar de los esfuerzos de Tafa por identificarlas para nosotros. Tafa, nuestro guía, es un buen hombre, paciente, afable, tranquilo, suave para hablar con nosotros y también en el trato con los locales. Donde nos lleva se ve que le tienen estima, eso también nos ayuda a nosotros a estar a gusto en los poblados y con las personas que nos reciben en sus casas. Por la tarde en Seleky nos fuimos a la casa de la señora del pueblo que parece una anciana –aunque no sé la edad que tendrá- que lleva el torso envuelto en una tela que no tapa prácticamente nada y se sienta en una pequeña banqueta de un palmo de altura y nos desea buenaventura cuando le invitamos a una cerveza de las que ella vende en su casa y que acepta encantada. Después de la cena nos quedamos mirando las estrellas desde el borde de la techumbre de paja de la casa del campamento, con media luna sobre los campos y árboles, incluida una palmera que adorna la vista. 

Día 13. Seleky.
Por la mañana vamos al bosque sagrado de Enampore. Un lugareño que conoce las costumbres de su aldea nos explica sobre las tradiciones de los nueve pueblos en que los que tenía autoridad el rey que vivía en este bosque. La última noche en Seleky hubo fiesta de despedida (para nosotros y el grupo de madrileños que habían llegado al día siguiente) las mujeres bailan formando una larga fila con una animadora fuera del grupo que baila a lo largo de la fila, de esta fila van saliendo una o dos mujeres que aumentan el ritmo del movimiento de sus pies que golpean la tierra y rebotan para golpear con más rapidez y fuerza. “Somos los hombres de la danza, cuyos pies recobran fuerza al golpear el duro suelo” dice Senghor en su poema Plegaria de máscaras (quizá hubiera debido referirse a las mujeres). 

Dakar (15 días más tarde).
Tafa vino a buscarnos a la llegada del barco de Ziginchor. Nos llevó en la furgoneta por el centro, la Pequeña Cornisa, la Gran Cornisa, el gigantesco monumento al renacimiento de África en una de las dos colinas gemelas (les mamelles) –en la otra está el faro. Volvimos hacia el centro pasando por el punto más occidental de África, el barrio de expansión de las villas de la clase rica en la zona del aeropuerto y el barrio antiguo de la medina. Comimos en Chez Loutcha un restaurante muy animado con unas raciones imposibles de acabar. Ahora sí tenemos que despedirnos de Tafa que tiene que volver a Mbour para dejar esta furgoneta y coger otro vehículo para volver al aeropuerto a recoger a otro grupo esta noche. Le despido con pena y muchas ganas de poder verle de nuevo.

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